Me he acostumbrado a leer tus silencios, miro tus ojos brillantes y los sigo atentamente para tratar de descifrar en qué estas pensando, a veces creo conseguirlo, otras me frustro porque no termino de saber qué quieres decirme.
Llevo años enseñándote a señalar con el dedo aquello que quieres o necesitas, y a mirarme a los ojos para que podamos entendernos mejor.
Hemos aprendido juntos cómo funcionan los apoyos visuales y seguimos explorando nuevos horizontes. Nos queda mucho camino por recorrer, pero yo estoy aquí para andar cogidos de la mano.
Cuando vienes a verme con esa sonrisa de oreja a oreja se me derrite el corazón. Todo esfuerzo me sabe a poco cuando me das las gracias, eso sí, a tu manera
Cuando te veo aprendiendo y sonriendo, disfrutando de la vida, ahí me siento recompensada, le das sentido a todo lo que hago para tratar de saber cada día un poco más.
Paso los días pensando, leyendo, debatiendo, asistiendo a charlas, cursos… y todo lo hago para que seas feliz:
Feliz porque sabes quién eres, feliz por quererte como eres, feliz por enseñarte cómo funciona tu entorno y feliz porque tu entorno conozca todo lo bueno que tienes.
Anoche soñé que por fin me hablabas, y me decías en voz baja “gracias, gracias por darme todo lo que tienes, pero sobre todo; gracias por aceptarme y quererme tal y como soy”.
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Con mucho cariño, dedicado a todas las familias que tienen un hijo o hija con Autismo o con cualquier otra alteración curse con dificultades en usar su voz para hablar.